31 agosto 2009

Llegada al Hogar Tesape Porá

Llegamos al Hogar Tesape Porá tras un día de reuniones en Asunción y una vez recorrido el trayecto hasta Villarrica en dos autos, ya de noche, con parada incluida para comer una chipa ("chispa" en argot sonriente) y con la constatación in situ de algunos de los hábitos de conducción del parque motorizado del Paraguay, más bien peculiares des del punto de vista de un europeo: en síntesis, conviene estar muy atento a cualquier elemento móvil que se acerque a la calzada por cualquiera de sus lados y direcciones, luminoso o oscuro, veloz o pausado. Los autos irrumpen en la travesía sin demasiados miramientos, obligando a un ejercicio de atención que ofrece una humilde lección a quien quiera atenderla. Es decir: cuando uno llega a un país desconocido, la posibilidad (más bien probabilidad) de ser sorprendido por los usos y las costumbres resulta muy alta, y por tanto la reacción recomendable es adaptarse rápidamente a la nueva realidad, para de esta manera integrarse adecuadamente e incluso prevenir problemas. La lección es simple: "allá donde fueres...", pero va más allá.

Porque una cosa son los autos, la circulación, las luces de cruce y las de carretera (y su elección), la incorporación a las vías y la utilización de luces (y casco) en motocicletas. El impacto verdadero, aquello que realmente te conmueve y que forma parte de la nueva realidad, es aquello que está en los detalles, en los gestos, en las miradas, en los silencios, las pausas, las expectativas y la confianza. En las personas y sus modos de operar, la manera como se aproximan, como se ponen en contacto, como dan y como reciben. Esto es así en cualquier lugar en cualquier tiempo, fue, es y será. Esto es lo universal. Lo que nos pone a todos en común, lo que nos atañe sin excepción. Lo que podemos pretender rechazar pero no podremos evitar ser.

Esta larga introducción me sirve para poner en contexto el impacto recibido al llegar al Hogar Tesape Porá el viernes por la noche, tras una jornada repleta de actividad. Detuvimos el coche junto a la entrada principal del Hogar, en una calle abruptamente adoquinada, y apenas abrimos las puertas una docena de niñas nos recibieron con los brazos abiertos. Y digo "con los brazos abiertos" porque así fue literalmente como sucedió. Y uno puede pensar: "Es habitual que los niños muestren su alegría de manera espléndida y generosa"', por ejemplo. Quizá lo sea, pero a menudo es un reacción dirigida por mayores que han inculcado en los niños costumbres de educación y protocolo que los niños han interiorizado. Podrían no hacerlo, pero lo hacen. Es una opción, no una necesidad; es un gesto, no un significado.

Sin embargo...

Al llegar al Hogar Tesape Porá la recepción de las niñas es un acto de tal afectividad, espontaneidad y pureza que uno corre el riesgo de quedarse literalmente paralizado sin saber muy bien cómo responder adecuadamente y comedidamente. Allí no había impostación, protocolo o gestualidad cultural. Allí había personas -en este caso niñas-, felices de ser visitadas y anhelantes de ser escuchadas, tratadas, interlocutadas, apreciadas, tenidas en cuenta, ansiosas por vivir, por ser y estar, por ser vistas y por ser miradas, por mirar y por ver.

Ese momento se puede describir de muchas maneras, apelando a distintos grados de sensibilidad, y a distintos niveles de descripción. Para unos lo que destacará será la generosidad de las niñas en su expresión de emociones; para otros, lo que destacará será el contraste entre este grado de expresividad y el maltratado perfil vital de las niñas, porque uno puede prever encontrarse con niñas inexpresivas que llevan escrito en sus rostros las espinas del camino recorrido; y no, lo que encuentra es un expresividad de una vitalidad desbordante. Así sin más. Antes de esta experiencia, una frase como la que acabo de escribir ("lo que encuentra es un expresividad de una vitalidad desbordante") podría haberme parecido típica, un lugar común y por tanto de significado vacío, tan recurrente que ya no posee significado.

Sin embargo...

Tras pasar los primeros días en el Hogar Tesape Porá algunas realidades se van imponiendo en la sensibilidad de uno, en la manera como jerarquizamos las prioridades, y en la manera como calibramos los adjetivos que empleamos. Y aquí "vitalidad" es un adjetivo pertinente de verdad, es una mirada cargada de vida y energía que se recarga automáticamente cada... 3 minutos? Y así viven sus vidas las niñas del Hogar, en especial las más pequeñas, cargando vitalidad y descargándola generosamente en los demás, para recargarse de nuevo y volver a ofrecerla al instante, sin acude de recibo aunque con la noble esperanza de recibir a cambio aquello a lo que me refería unas líneas más arriba: mirar y ser miradas, ser atendidas, formar parte, estar vivas y sentir el pulso de la vida con ilusión y sin miedo.

Y sin embargo...

La complejidad del contexto obliga a un permanente ejercicio de responsabilidad y revisión. Aunque la sensibilidad aflore generosa, conviene tener siempre en cuenta que además de compartir y enriquecer su corto plazo, las niñas merecen y necesitan que se construyan puentes para mejorar en lo posible sus posibilidades de realización y crecimiento para el medio y largo plazo. El peligro de volatilizar todos los esfuerzos en el transcurso del tiempo presente sin armarse para el futuro es una de mis preocupaciones recurrentes en el Hogar. Conviene tener en cuenta los distintos ritmos que requiere la educación y capacitación de las niñas, y no es fácil atinar siempre y ser suficientemente adecuado para ofrecer aquello que más les conviene, que no siempre es el elogio, que no siempre es el derroche de afectividad, que por supuesto no siempre es la complacencia. El reto en el Hogar es ser capaz de tener siempre muy presente que son las niñas quienes necesitan ser ayudadas y que somos los adultos quienes debemos ser capaces de tomar las decisiones adecuadas para ayudarlas, sin caer en el error de actuar en realidad en nuestra ayuda, porque es fácil caer en la autocomplacencia paternal de quien se siente ''bien'' por estar ayudando a los demás y recibe el afecto de las niñas. Este matiz, esta capacidad de distanciarse de la carga afectiva del contexto para tomar mejores decisiones en el marco de este contexto es hasta ahora el principal aprendizaje que mi presencia en el Hogar mes está brindando, y por la cual mes siento ya enormemente agradecido.

Santi

4 comentarios:

  1. Anónimo1.9.09

    Hola Santi, soy M.Rosa de Formentera, amiga de Belén. Bueno, ya estáis manos a la obra!!! Espero que lo estéis pasando bien con las nenas. Dile a belén que he recibido su correo y que nos siga informando de todo. Disfrutar de la experiencia. Un beso fuerte.

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  2. Se cumple eso de que no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita. Esas niñas seguramente tienen poco, pero tienen y dan mucho cariño, que es lo que más necesitan para fortalecer su autoestima. Al final no somos tan diferentes los humanos, de aquí y de allá.

    Suerte con vuestro proyecto y mucho éxito. Felicidades!

    Fernando

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  3. Muchas gracias Fernando!

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  4. Anónimo31.5.10

    En agosto voy al Hogar. Soy Psicólogo. Espero poder ayudar lo más posible.

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