Porque una cosa son los autos, la circulación, las luces de cruce y las de carretera (y su elección), la incorporación a las vías y la utilización de luces (y casco) en motocicletas. El impacto verdadero, aquello que realmente te conmueve y que forma parte de la nueva realidad, es aquello que está en los detalles, en los gestos, en las miradas, en los silencios, las pausas, las expectativas y la confianza. En las personas y sus modos de operar, la manera como se aproximan, como se ponen en contacto, como dan y como reciben. Esto es así en cualquier lugar en cualquier tiempo, fue, es y será. Esto es lo universal. Lo que nos pone a todos en común, lo que nos atañe sin excepción. Lo que podemos pretender rechazar pero no podremos evitar ser.
Esta larga introducción me sirve para poner en contexto el impacto recibido al llegar al Hogar Tesape Porá el viernes por la noche, tras una jornada repleta de actividad. Detuvimos el coche junto a la entrada principal del Hogar, en una calle abruptamente adoquinada, y apenas abrimos las puertas una docena de niñas nos recibieron con los brazos abiertos. Y digo "con los brazos abiertos" porque así fue literalmente como sucedió. Y uno puede pensar: "Es habitual que los niños muestren su alegría de manera espléndida y generosa"', por ejemplo. Quizá lo sea, pero a menudo es un reacción dirigida por mayores que han inculcado en los niños costumbres de educación y protocolo que los niños han interiorizado. Podrían no hacerlo, pero lo hacen. Es una opción, no una necesidad; es un gesto, no un significado.
Sin embargo...
Ese momento se puede describir de muchas maneras, apelando a distintos grados de sensibilidad, y a distintos niveles de descripción. Para unos lo que destacará será la generosidad de las niñas en su expresión de emociones; para otros, lo que destacará será el contraste entre este grado de expresividad y el maltratado perfil vital de las niñas, porque uno puede prever encontrarse con niñas inexpresivas que llevan escrito en sus rostros las espinas del camino recorrido; y no, lo que encuentra es un expresividad de una vitalidad desbordante. Así sin más. Antes de esta experiencia, una frase como la que acabo de escribir ("lo que encuentra es un expresividad de una vitalidad desbordante") podría haberme parecido típica, un lugar común y por tanto de significado vacío, tan recurrente que ya no posee significado.
Sin embargo...
Tras pasar los primeros días en el Hogar Tesape Porá algunas realidades se van imponiendo en la sensibilidad de uno, en la manera como jerarquizamos las prioridades, y en la manera como calibramos los adjetivos que empleamos. Y aquí "vitalidad" es un adjetivo pertinente de verdad, es una mirada cargada de vida y energía que se recarga automáticamente cada... 3 minutos? Y así viven sus vidas las niñas del Hogar, en especial las más pequeñas, cargando vitalidad y descargándola generosamente en los demás, para recargarse de nuevo y volver a ofrecerla al instante, sin acude de recibo aunque con la noble esperanza de recibir a cambio aquello a lo que me refería unas líneas más arriba: mirar y ser miradas, ser atendidas, formar parte, estar vivas y sentir el pulso de la vida con ilusión y sin miedo.
Y sin embargo...
La complejidad del contexto obliga a un permanente ejercicio de responsabilidad y revisión. Aunque la sensibilidad aflore generosa, conviene tener siempre en cuenta que además de compartir y enriquecer su corto plazo, las niñas merecen y necesitan que se construyan puentes para mejorar en lo posible sus posibilidades de realización y crecimiento para el medio y largo plazo. El peligro de volatilizar todos los esfuerzos en el transcurso del tiempo presente sin armarse para el futuro es una de mis preocupaciones recurrentes en el Hogar. Conviene tener en cuenta los distintos ritmos que requiere la educación y capacitación de las niñas, y no es fácil atinar siempre y ser suficientemente adecuado para ofrecer aquello que más les conviene, que no siempre es el elogio, que no siempre es el derroche de afectividad, que por supuesto no siempre es la complacencia. El reto en el Hogar es ser capaz de tener siempre muy presente que son las niñas quienes necesitan ser ayudadas y que somos los adultos quienes debemos ser capaces de tomar las decisiones adecuadas para ayudarlas, sin caer en el error de actuar en realidad en nuestra ayuda, porque es fácil caer en la autocomplacencia paternal de quien se siente ''bien'' por estar ayudando a los demás y recibe el afecto de las niñas. Este matiz, esta capacidad de distanciarse de la carga afectiva del contexto para tomar mejores decisiones en el marco de este contexto es hasta ahora el principal aprendizaje que mi presencia en el Hogar mes está brindando, y por la cual mes siento ya enormemente agradecido.
Santi